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miércoles, 13 de abril de 2011

Y escogió el dulce sabor de la libertad

Caminaba por las calles despacio, sin prisa, como si el segundero de su reloj no se moviera ni si quiera un milímetro. Observaba a la gente sonriente e imaginaba en qué punto estarían paradas sus vidas, a qué lugar volverían en el pasado para repetir una y otra vez las mismas situaciones gloriosas que marcaban sus recuerdos. Percibía los exquisitos olores de los restaurantes más lujosos de la ciudad aunque su estómago ya estaba saciado de esperanzas. No se oponía a aquello que tuviera que llegar, se consideraba lo suficientemente fuerte para superar cualquier obstaculo. Su época de malos presentimientos había terminado por fin, ya no tenía miedo a aquello que temió. No volvería a sufrir. Ninguna lágrima bañada de amargura se deslizaría de nuevo por sus mejillas, de eso estaba completamente segura. Ya no necesitaría el maquillaje para cubrir las manchas púrpuras de su piel o mirar hacia atrás cada dos por tres cuando va a hacer la compra. Se pintaría los labios por el simple hecho de sentirse bien consigo misma y no se creería culpable por ello. Había conseguido superar aquello que jamás hubiera imaginado. Había escogido ser feliz en un futuro cercano y se había hecho realidad sin apenas ser consciente. Ahora ya podía volver a empezar a vivir, y eso era precisamente lo que estaba dispuesta a hacer.



Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni si quiera yo. Si tienes un sueño, ve a por él. Las personas que no son capaces de realizar sus sueños te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.


(Buscando la felicidad)


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