Qué fatídico que falten minutos para alargar la sensación de júbilo que te invade cuando gritas al cielo que eres feliz, que siniestro que no exista el invento de volver a revivir una y otra vez aquellas imágenes que te hicieron sonreír, que confuso que nada vuelva a ser como fue aquella vez.
Y, sin embargo, que fácil sería si todo esto pudiera seguir, que sencillo parecería cada detalle sin el destello de que se acerca el fin. No se necesita la certeza de una continuidad, sino la sabiduría de que aprovechando esos instantes fuiste tú misma, y que nada ni nadie podrá cambiar nunca el sonido de tus carcajadas ante cualquier simpleza que no tenga sentido para nadie más que para ti.
Vale decir preciso, o sea necesito, digamos me hace falta: tiempo sin tiempo.
Mario Benedetti
Bonita entrada.
ResponderEliminarCada día me gusta más como escribes.