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sábado, 10 de septiembre de 2011

Nunca hubiera pensado que el mar era así

Anhelas tener lo que no tienes, ansías rozar la libertad con las yemas de tus dedos, deseas contemplar nuevos paisajes, ver la puesta de sol y sentir como la brisa marina se cuela entre tus cabellos, y sin embargo temes a todo aquello que es desconocido. Tus brillantes escamas te atan a un mundo recóndito del que ya estás cansada. Lloras, y tus lágrimas se funden en el fondo del océano y desaparecen sin que nadie sea capaz de caer en la cuenta que tu angustia es real. Vives soñando un sueño que parece imposible de lograr.

Piensas que no te quedan apenas fuerzas para continuar aleteando entre las algas de esas aguas tan cristalinas, que probablemente te dejes secar en lo alto de una roca para después fundirte con la espuma de las olas del mar, que tu voz ha perdido ese timbre melódico que tanto te hacía destacar.

Y aun con todo, tu suave figura no cesa de escurrirse entre el resto de los seres marinos, la sonrisa aflora en tus labios cada vez más, y por cada burbuja que sube a la superficie incrementa tu fortaleza a la hora de afrontar esa corriente tan estridente en la que te metiste sin apenas ser consciente. Reconoces tu caída e intentas poder volver a flotar.

El océano es un lugar desconocido y nunca se puede saber qué es aquello con lo que te puedes encontrar. Muchas veces te sorprenden las tormentas que provocan mareas de sentimientos capaces de derrumbar cualquier sueño, pero si tienes un buen refugio donde poder cobijarte todo puede resultar mucho más sencillo.

Pero descuida preciosa, tu sonrisa volverá a aparecer y tus carcajadas me harán enloquecer de nuevo. El momento en el que tus aletas dejen de nadar, serán las mías las que tiren por las dos. Porque si tú te secas, yo también me seco, porque la felicidad está escondida en todos aquellos pequeños detalles que nos son tan difíciles de ver y yo voy a guiarte para que seas capaz de volver a sentirte como fuiste una vez.

Ser sirena no es sencillo, pero tú lo bordas en todos los sentidos.


Vestida como un hada ella se fue, montada en un delfín ella escapó y en la mar ella se hundió (Maná)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cómo diablos se puede tener tanta suerte


Eres la metáfora más compleja del mundo de la poesía, pero tu rima de carácter personal te hace ser especial. El verso enigmático con significado oculto tras una capa de humo que al ser descubierto engancha.
Eres alegoría de sentimientos y expresiones, hipérbole de sensaciones, personificación de canciones. El acorde perfecto de este pareado nuevo.
Eres la casualidad menos esperada en un día de sorpresa, el ritmo jovial de un sencillo recital, aunque tu mayor virtud es describir la tranquilidad tan pausadamente que hasta el sonoro tintineo que producen las gotas de la lluvia al caer y chocar contra el asfalto parece sacado del lupping de una montaña rusa.


Por ti aprendí el lenguaje tan suave y misterioso de los sueños (Pedro Salinas, Muerte del sueño)

domingo, 4 de septiembre de 2011

Que sólo entiendo de tu boca

Parece irónico que justo en el preciso instante en el que mi esencia se encuentra tan llena de entusiasmo sea cuando la inspiración se me torne más dificultosa. No recuerdo la última vez que las palabras surfearon entre mis pensamientos y salieron disparadas tan rápido que ni mis dedos fueron capaces de recogerlas en una sola idea. Y es que mi mente ahora no tiene segundos para pensar en frases o versos, ha olvidado la facilidad de explicar con letras todo aquello que se siente, es incapaz de dejar de darle vueltas al único sujeto que le ha hecho enloquecer. Ya no entiende de misterios concebidos en textos de amargura, ni recorre caminos con piedras explicitas en las que caer una y otra vez. Ya no siente la necesidad de repasar mil veces los mismos puntos en los que una vez falló, ni cambiar las comas para aparentar que todo puede llegar a ser mejor. Ya no existen los minutos opacos de silencios prohibidos, se acabó aquello de recorrer kilómetros y kilómetros pensando en el vacío. Ya no necesita soñar con días claros de cielo azul, ni imaginar cómo sería hablar sin tabús.
Y es que mi mente ahora es incapaz de pensar en otro cosa que no seas tú.




Nunca hasta ahora contemplé en el mundo junto al volcán la flor. (Gustavo Adolfo Bécquer)